P. MARCO PACCIANA

Mi nombre es Marco Pacciana. Nací en Bari, Italia en 1975 y crecí en un pequeño pueblo llamado Ginosa en la provincia de Taranto (Puglia). Mis padres no eran particularmente devotos y yo no recibí ninguna educación real en la fe, excepto ir al catecismo para recibir mis sacramentos. Por eso, como muchos jóvenes en Italia, dejé de ir a la Iglesia cuando era adolescente, antes de recibir la Confirmación. Tenía otros intereses en la vida y estaba enfocado principalmente en obtener una buena educación. Eran también los años inmediatamente posteriores a la caída del Muro de Berlín en 1989, y compartí con mis amigos la embriagadora emoción que se extendió por Europa, inspirada por el sueño de la libertad universal y la convivencia pacífica. Pensamos que amanecía una nueva era: la era en la que el hombre finalmente realizaría un paraíso en la tierra. 

En 1992 durante unas vacaciones en Buffalo, N.Y. (E.E.U.U.) para visitar a unos familiares, leí un libro del Dr. Martin Luther King, Jr. "La Fuerza de Amar", donde descubrí el mensaje del amor al enemigo predicado por Cristo, este tiempo presentado en un pueblo histórico concreto. Me abrió los ojos: comprendí que, si Cristo había predicado este mensaje, debía ser Dios, ya que ningún hombre, ni siquiera el más grande de los filósofos, había hablado jamás de eso y porque sabía que el hombre no puede amar en esa dimensión con sus propias fuerzas. Después de esta experiencia volví a practicar mi fe, aunque fuera sólo en la misa dominical. Mi relación con Dios fue creciendo lentamente, pero fue solo dos años después, a la edad de 19 años, cuando sentí la fuerte necesidad de profundizar mi relación con Dios y le pedí consejo a mi párroco. Me sugirió que siguiera las catequesis del Camino Neocatecumenal. Mientras tanto, mi vida había sufrido un cambio tremendo: en noviembre de 1993, la tienda de ropa de mi madre, que ella y mi tío habían heredado de su padre, quebró y pocos meses después, en marzo de 1994, mi padre sufrió un gran derrame cerebral que lo postró en cama, ya incapaz de entender y querer (finalmente moriría en 1998). Además, mi propia vida sentimental parecía ser una serie de decepciones. Al año siguiente, 1995, mi único hermano, que tiene una discapacidad física, se quedó sin trabajo como periodista y tuvo que volver a casa. En una palabra, mi mundo se hizo añicos por completo y, al terminar la escuela secundaria, me encontré sin rumbo en la vida. Esta es la situación que estaba viviendo cuando me encontré con el Camino Neocatecumenal, una realidad que me hizo entrar en la Iglesia por la "puerta principal" y que, al cabo de unos años, habría supuesto un cambio radical, inesperado y en ese momento inimaginable de mi vida. A través del Camino Neocatecumenal, comencé a darme cuenta de que Dios me estaba llamando no solo a profundizar mi relación con Él, sino a vivirla de manera exclusiva. Poco a poco, Dios comenzó a reconstruir mi vida y a reconciliarme con estos sufrimientos. En 1997 en París, durante un encuentro vocacional de los iniciadores del Camino Neocatecumenal tras la Jornada Mundial de la Juventud con el Santo Padre Juan Pablo II, sentí que Dios me llamaba al sacerdocio.

Inicié un tiempo de discernimiento ayudado por el equipo de Catequistas del Camino Neocatecumenal responsables de las vocaciones en Puglia. Estaba luchando mucho con este llamado, especialmente porque tenía en mente un plan totalmente diferente para mi vida: casarme y tener una familia e hijos. Sin embargo, Dios fue más fuerte que yo, mis pecados y mi rebelión.

Después de tres años de alternar momentos entre la aceptación y el rechazo de esta vocación, en el año 2000 terminé mis estudios y obtuve la licenciatura en Idiomas y Literaturas Extranjeras. En septiembre de ese año fui invitado a la convivencia vocacional anual en Porto San Giorgio (Fermo, Italia), realizado por el equipo Responsable Internacional del Camino Neocatecumenal. Durante ese retiro vi muy claro que Dios me llamaba: lo único que recuerdo de aquellos cuatro días de intensa predicación es una frase de Su Excelencia Juan Antonio Reig Pla, entonces obispo de Segorbe- Castellón, "Jóvenes, no os tengan miedo porque esta no es la historia de su fidelidad a Dios, es la historia de la fidelidad de Dios a sus promesas." Mis últimas dudas se disiparon y di mi nombre para que me enviaran a todas partes. Me asignaron al Seminario Misionero Arquidiocesano Redemptoris Mater en Kearny, NJ (E.E.U.U.) donde llegué tres semanas después. Durante mis años de seminario ayudé con la Nueva Evangelización en Israel durante un año y en las Islas del Pacífico (Guam, Hawái, Saipán, Kiribati) durante cuatro años. Fui ordenado diácono el 18 de mayo del 2010 y serví en la parroquia de la Sagrada Familia en Nutley, NJ. Fui ordenado sacerdote el 28 de mayo del 2011 y serví como vicario parroquial en las parroquias de Nuestra Señora del Buen Consejo e Inmaculada Concepción en Newark, NJ (2011-2014) y Santa María en Plainfield, NJ (2014-2017). El 1 de agosto de 2017 fui nombrado rector del Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater de Bridgeport, en Stamford CT (E.E.U.U.). Desde el 17 de octubre 2022 estoy sirviendo como rector en el Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater "San Pedro Claver" de Esmeraldas en Quito, Ecuador. Durante todos estos años Dios se ha mostrado fiel tanto en cuidar de mi familia como en darme los mejores años de mi vida. Recen por mí y por esta misión. Solo Dei Gloria.