FREDDY DANIEL CASQUETE MOSCOSO
Mi nombre es Freddy Daniel Casquete Moscoso. Nací en Guayaquil, Ecuador en 1989. Por gracia de Dios, provengo de una familia cristiana y numerosa formada por mis padres, Freddy y María de Lourdes, y diez hermanos (tres de ellos en el cielo). Gracias a la transmisión de fe que me dieron en casa, conocí el amor de Dios a mi vida. Al ser el segundo de mis hermanos, me pude dar cuenta cómo a lo largo del tiempo era el Señor el que nos sostenía. Fui testigo de aquel plan de salvación que el Señor iba haciendo en mi familia, por medio del perdón, la reconciliación y su providencia.
Al haber crecido en medio de una Palabra y de la fe que veía en mis padres y en su comunidad en la Iglesia, decidí ingresar a mi propia comunidad cuando tenía 13 años. Este tiempo fue providencial para mi vida, porque en aquella etapa del colegio el Señor me sostuvo con una Palabra de vida frente a un mundo que se me presentaba como muy atractivo. Sin embargo, cuando ingresé a la Universidad, al cumplir mi mayoría de edad, fui arrastrado a una actitud egoísta y alejé a Dios de mi vida. Al tener la semilla de la fe, había en todo momento una lucha interior en mí, pues como dice San Pablo: "no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero". El Señor hizo una llamada a mi vida cuando tenía 17 años, pero entonces yo no quise hacerle caso. Dios, que nos ha hecho libres, me permitió hacer con mi vida lo que quería, como el hijo pródigo de la parábola. En medio de todo ese tiempo experimenté igual su cercanía, concediéndome el terminar mi carrera en Psicología Industrial y poder haberla ejercido en una empresa. En mi rebeldía contra Dios y en medio de mi egoísmo, caí en el alcoholismo y conocí la muerte existencial por el pecado en que vivía y por la falta de amor que tenía con quienes me rodeaban. Había alcanzado lo que el mundo decía ser la felicidad: un status que mi profesión me otorgaba y la estima de mis amigos. Sin embargo, vivía alienado en mis pecados. Toda esta situación al final del día, me hacía sentir vacío y ni el dinero ni los afectos ni el trabajo me hacía sentir feliz.
Pese a toda esta situación, aunque de manera inconstante acudía a mi comunidad. Y veía en medio de ellos siempre una alegría y acogida con amor como aquella oveja que volvía al redil. Fue en una convivencia con ellos, que al no resistirme a la voz del Señor que me invitaba a la conversión, me acerqué al Sacramento de la Penitencia y experimenté por primera vez en mi vida el alivio de todas las cadenas que me arrastraban y la misericordia de Dios con el perdón. Es ahí donde el Señor empezó a trabajar concediéndome un tiempo de gracia a través de un grupo de discernimiento vocacional que, junto con mi comunidad, fue fundamental para lo que Dios iba a realizar. El 22 de mayo del 2016, después de haber sido escrutado por mis catequistas, en nombre de la Iglesia fui enviado al Seminario Redemptoris Mater "San Pedro Claver" de Esmeraldas. Durante estos años, el Señor, por medio de los sacramentos y de su Palabra, ha iluminado realidades de mi vida que me han mostrado la paciencia que Él tiene conmigo y Su bondad "porque es eterna su misericordia". Han sido años que he experimentado a un Dios Padre que me concede la dignidad que el pecado me había quitado y que me llama todos los días a no resistirme a la obra de salvación que tiene conmigo. Le agradezco por todo lo que hacen por nosotros y les pido que por favor, recen por mí para que Dios pueda llevar a cumplimiento la obra que inició.